Presentation
Tratamiento inicial de la enfermedad de Parkinson clínicamente establecida
Tratamiento inicial de la enfermedad de Parkinson clínicamente establecida
A.
Puy-Núñez
1,*
,
E.M.
Cebrián-Pérez
1,2
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Affiliation
1
Servicio de Neurología; Complexo Hospitalario de Pontevedra
, España
2
Área de Medicina; Universidad de Vigo
, España
*Correspondencia:Hospital Montecelo, Complexo Hospitalario de Pontevedra.Mourente, s/n.36071. Pontevedra (Pontevedra).
Rev Neurol 2012
, 54(Suplemento 5),
9–14;
https://doi.org/10.33588/rn.54S05.2012526
Abstract
Introducción La enfermedad de Parkinson es una enfermedad cuyo diagnóstico continúa siendo clínico y aunque en la actualidad no existe una solución definitiva para la misma, se dispone de diversos fármacos para su tratamiento.
Desarrollo Se repasan los distintos fármacos que pueden tener su utilidad en la fase inicial de la enfermedad: L-dopa, inhibidores de la catecol-o-metil-transferasa, agonistas dopaminérgicos, inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B, amantadina, zonisamida y anticolinérgicos; así como terapias no farmacológicas. Asimismo se dan unas pautas sobre cómo emplear estos fármacos de una forma racional.
Conclusiones Actualmente sólo rasagilina ha cumplido los requisitos para poder ser considerada como tratamiento modificador de la enfermedad. L-dopa sigue siendo el mejor tratamiento sintomático, pero su utilización se asocia a aparición de complicaciones motoras. Los agonistas dopaminérgicos o los inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B pueden ser alternativas para retrasar el uso de la L-dopa. Zonisamida puede ser útil de inicio en pacientes jóvenes con cuadros de predominio tremórico. Los anticolinérgicos pueden ser empleados de forma excepcional para control de temblor parkinsoniano intenso no controlable con otros fármacos en pacientes jóvenes. El ejercio físico, la hidroterapia y la terapia de la voz también pueden aportar beneficios.
Desarrollo Se repasan los distintos fármacos que pueden tener su utilidad en la fase inicial de la enfermedad: L-dopa, inhibidores de la catecol-o-metil-transferasa, agonistas dopaminérgicos, inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B, amantadina, zonisamida y anticolinérgicos; así como terapias no farmacológicas. Asimismo se dan unas pautas sobre cómo emplear estos fármacos de una forma racional.
Conclusiones Actualmente sólo rasagilina ha cumplido los requisitos para poder ser considerada como tratamiento modificador de la enfermedad. L-dopa sigue siendo el mejor tratamiento sintomático, pero su utilización se asocia a aparición de complicaciones motoras. Los agonistas dopaminérgicos o los inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B pueden ser alternativas para retrasar el uso de la L-dopa. Zonisamida puede ser útil de inicio en pacientes jóvenes con cuadros de predominio tremórico. Los anticolinérgicos pueden ser empleados de forma excepcional para control de temblor parkinsoniano intenso no controlable con otros fármacos en pacientes jóvenes. El ejercio físico, la hidroterapia y la terapia de la voz también pueden aportar beneficios.
Resumen
Introducción La enfermedad de Parkinson es una enfermedad cuyo diagnóstico continúa siendo clínico y aunque en la actualidad no existe una solución definitiva para la misma, se dispone de diversos fármacos para su tratamiento.
Desarrollo Se repasan los distintos fármacos que pueden tener su utilidad en la fase inicial de la enfermedad: L-dopa, inhibidores de la catecol-o-metil-transferasa, agonistas dopaminérgicos, inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B, amantadina, zonisamida y anticolinérgicos; así como terapias no farmacológicas. Asimismo se dan unas pautas sobre cómo emplear estos fármacos de una forma racional.
Conclusiones Actualmente sólo rasagilina ha cumplido los requisitos para poder ser considerada como tratamiento modificador de la enfermedad. L-dopa sigue siendo el mejor tratamiento sintomático, pero su utilización se asocia a aparición de complicaciones motoras. Los agonistas dopaminérgicos o los inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B pueden ser alternativas para retrasar el uso de la L-dopa. Zonisamida puede ser útil de inicio en pacientes jóvenes con cuadros de predominio tremórico. Los anticolinérgicos pueden ser empleados de forma excepcional para control de temblor parkinsoniano intenso no controlable con otros fármacos en pacientes jóvenes. El ejercio físico, la hidroterapia y la terapia de la voz también pueden aportar beneficios.
Desarrollo Se repasan los distintos fármacos que pueden tener su utilidad en la fase inicial de la enfermedad: L-dopa, inhibidores de la catecol-o-metil-transferasa, agonistas dopaminérgicos, inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B, amantadina, zonisamida y anticolinérgicos; así como terapias no farmacológicas. Asimismo se dan unas pautas sobre cómo emplear estos fármacos de una forma racional.
Conclusiones Actualmente sólo rasagilina ha cumplido los requisitos para poder ser considerada como tratamiento modificador de la enfermedad. L-dopa sigue siendo el mejor tratamiento sintomático, pero su utilización se asocia a aparición de complicaciones motoras. Los agonistas dopaminérgicos o los inhibidores de la monoamino-oxidasa tipo B pueden ser alternativas para retrasar el uso de la L-dopa. Zonisamida puede ser útil de inicio en pacientes jóvenes con cuadros de predominio tremórico. Los anticolinérgicos pueden ser empleados de forma excepcional para control de temblor parkinsoniano intenso no controlable con otros fármacos en pacientes jóvenes. El ejercio físico, la hidroterapia y la terapia de la voz también pueden aportar beneficios.
Keywords
Agonistas dopaminérgicos Amantadina
Anticolinérgicos
Enfermedad de Parkinson
ICOMT
IMAO-B
Levodopa
Tratamiento no farmacológico
Zonisamida
Palabras Claves
Agonistas dopaminérgicos Amantadina
Anticolinérgicos
Enfermedad de Parkinson
ICOMT
IMAO-B
Levodopa
Tratamiento no farmacológico
Zonisamida